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Marzo en el olivar: el despertar primaveral y los primeros pasos hacia una nueva cosecha

  • maellesoreau2006
  • hace 22 horas
  • 3 Min. de lectura

Los puntos principales : En marzo, el olivar despierta de su letargo invernal, iniciando un nuevo ciclo vegetativo con brotes, renovación de tejidos y preparación para la floración. El cambio en el color de las hojas y la activación de las yemas marcan esta reactivación. Se aplican fertilizantes foliares para apoyar el crecimiento y se realizan tratamientos preventivos contra el repilo. La humedad del suelo y el aumento de luz y temperatura son claves en este proceso. Este mes es decisivo para determinar el rendimiento de la próxima cosecha.


Con la llegada de marzo, el olivar abandona definitivamente su letargo invernal. Es el mes en que, bajo condiciones normales, los árboles comienzan a mostrar claros signos de reactivación fisiológica. La savia vuelve a circular, los tejidos se renuevan y la planta inicia una nueva etapa de crecimiento que sentará las bases de la próxima campaña.


Señales del despertar del olivo

Una de las primeras manifestaciones de este cambio es el color de las hojas. Durante el invierno, el tono verde-marrón del follaje reflejaba la inactividad del árbol. Ahora, ese aspecto apagado se transforma en un verde olivo más vivo, brillante e intenso, signo inequívoco de que la actividad metabólica ha vuelto.


Las yemas de los brotes, que hasta hace poco permanecían cerradas, comienzan a expandirse y cambiar de forma. Se ensanchan, alargan y adquieren volumen, lo que indica que el olivo se está preparando para emitir nuevos tejidos: tallos, hojas y, más adelante, flores. Este proceso marca el inicio de un ciclo vital que culminará con la formación del fruto.


Autoreparación y regeneración estructural

Al mismo tiempo, el olivo inicia un proceso natural de recuperación frente a los daños sufridos durante la recolección. Las ramas que se rompieron, los cortes de la poda o la pérdida de hojas comienzan a ser compensados mediante nuevos brotes y tejidos regenerativos. Esta capacidad de autorreparación es vital para mantener la estructura productiva del árbol, renovando aquellas partes que han envejecido o sufrido estrés. La planta se regenera y se fortalece, sentando las bases del rendimiento futuro.


Nacimiento de la próxima cosecha

Marzo es, por tanto, un mes decisivo para el rendimiento del año siguiente. Las yemas que ahora se activan darán lugar, en muchas variedades, a los órganos florales. En las semanas siguientes, estas yemas se transformarán en inflorescencias, cuya floración y posterior polinización definirán el éxito del cuajado y, por ende, la cantidad y calidad del fruto. Es un momento clave en la planificación agronómica del olivar.


Nutrición foliar: apoyo esencial en el arranque

Para que esta reactivación fisiológica transcurra sin limitaciones, el agricultor debe asegurar el correcto suministro de nutrientes. A diferencia de los meses anteriores, donde el abonado se dirigía al suelo, ahora se recurre al abonado foliar, ya que el metabolismo del olivo está activo y la absorción a través de las hojas resulta especialmente eficaz.


Mediante aplicaciones por pulverización, los nutrientes son absorbidos directamente por el follaje y distribuidos por toda la planta a través de la savia. Este tipo de fertilización resulta muy eficiente en esta etapa, ya que permite corregir rápidamente posibles carencias y estimular un crecimiento uniforme y vigoroso de los nuevos órganos.



El agua: elemento clave en este momento

Las lluvias de final de invierno y principios de primavera tienen un papel determinante. Si el suelo cuenta con suficiente humedad, la reactivación metabólica será más intensa y efectiva. Un buen nivel de agua disponible favorece la expansión de la savia y la movilización de nutrientes, facilitando un inicio de ciclo fuerte y equilibrado.


En este 2024 y 2025, las precipitaciones registradas en febrero y marzo han sido favorables, lo que ha permitido una buena recarga hídrica en muchas parcelas. Este escenario es especialmente prometedor para asegurar un correcto arranque del olivar y mejorar las expectativas de cosecha.


Luz y temperatura: señales del cambio de estación

Junto al agua y los nutrientes, la planta también responde al aumento de horas de luz y a la subida gradual de las temperaturas. En marzo, los días ya son significativamente más largos que en enero, y la energía solar recibida estimula directamente los procesos de fotosíntesis. Este conjunto de estímulos activa completamente el “reloj biológico” del olivo, que interpreta estas señales como la llegada de la primavera.


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