Mayo en el olivar: floración en curso, frutos incipientes y vigilancia constante
- maellesoreau2006
- hace 4 días
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En mayo, el olivar entra en plena floración, con los primeros frutos cuajados visibles, marcando un momento decisivo del ciclo. A pesar de estas buenas perspectivas, la caída fisiológica de junio aún puede reducir la cantidad de frutos. Se recomienda no intervenir sobre la planta, sino gestionar el suelo para conservar el agua. Además, se intensifica la vigilancia de plagas como la mosca del olivo.
Tras un mes de abril marcado por la formación de las inflorescencias, mayo nos sitúa en plena floración del olivo. Este momento marca un antes y un después en el ciclo productivo anual, ya que comienzan a observarse los primeros frutos cuajados, una etapa decisiva en el camino hacia la cosecha.
El reto de junio: la caída fisiológica de los frutos
A pesar de estos buenos indicadores, no todo está asegurado. Mayo no es más que el preludio de uno de los procesos naturales más determinantes del olivar: la caída fisiológica de los frutos, también conocida como “caída de San Juan”, que ocurre en junio.
Durante este fenómeno, el olivo elimina parte de los frutos cuajados que no puede sostener con sus reservas y su capacidad de absorción de agua y nutrientes. Si el número de frutos cuajados supera lo que el árbol puede mantener sin comprometer su salud, el olivo realiza una “selección natural”, eliminando aquellos que no pueden desarrollarse adecuadamente. Por tanto, aunque el cuajado inicial sea elevado, la cantidad de frutos que llegarán a la cosecha aún es incierta.
Gestión agronómica: mínima intervención en la planta, máxima atención al suelo
En esta fase crítica, se recomienda intervenir lo menos posible en la planta. La floración y el cuajado son procesos fisiológicamente delicados, y las aplicaciones foliares sólo deben realizarse si existen problemas fitosanitarios puntuales que lo justifiquen. Lo ideal es permitir que el olivo complete este proceso de forma natural, sin alteraciones químicas.
En su lugar, es momento de actuar sobre la cubierta vegetal. Las altas temperaturas de los próximos meses harán que el agua sea un recurso aún más valioso. Las malas hierbas compiten directamente con el olivo por la humedad del suelo, por lo que se recomienda desbrozar y frenar el desarrollo de la vegetación espontánea. Esto permitirá conservar la mayor cantidad de agua posible para el árbol, en una etapa en la que cada gota cuenta.
Plagas: vigilancia sobre el prays y el barrenillo
En cuanto a las plagas, la segunda generación de Prays oleae (que ataca la flor) apenas tuvo impacto en abril. Sin embargo, a partir de ahora hay que estar especialmente atentos a la tercera generación, la más dañina, ya que afecta directamente al fruto en desarrollo y está relacionada con la conocida caída de San Miguel, que ocurre en septiembre.
Del mismo modo, deben intensificarse las labores de vigilancia del barrenillo, especialmente en los olivares cercanos a núcleos urbanos, fincas o zonas con matorrales. Estos insectos, que emergen de la madera almacenada, buscan brotes jóvenes de los que alimentarse, causando daños estructurales a la planta y debilitando su desarrollo. De hecho, es común observar un menor crecimiento del olivar cerca de zonas pobladas, precisamente por esta razón.por esta razón.
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